Un reloj de arena gigante para alertar de la falta de tiempo de la población en Sudán ante el abandono de la comunidad internacional
MSF instala un reloj de arena de más de 3 metros de altura para exigir una respuesta humanitaria masiva e inmediata cuando se cumplen dos años de guerra brutal
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Barcelona, 15 de abril 2025.- Hoy se cumplen dos años del estallido de la feroz guerra en Sudán, un conflicto que ha desencadenado la mayor crisis humanitaria y de desplazamiento del mundo. Según Naciones Unidas, el 60% de los 50 millones de habitantes del país necesita ayuda humanitaria y más de 13 millones han tenido que huir de sus hogares, de los cuales casi 4 millones han buscado refugio en países vecinos.
Las dos partes beligerantes, las Fuerzas Armadas Sudanesas y las Fuerzas de Apoyo Rápido, han mostrado un flagrante desprecio por la vida de la población civil y por la protección del personal y las infraestructuras sanitarias. Además de atacar zonas residenciales e instalaciones médicas, han impuesto trabas sistemáticas que dificultan el suministro de ayuda humanitaria, actualmente muy limitada e insuficiente.
Para denunciar las inmensas y apremiantes necesidades a las que se enfrenta la población sudanesa, la violencia que sufre y la falta de una respuesta internacional adecuada, Médicos Sin Fronteras (MSF) ha instalado esta mañana un reloj de arena gigante en la Plaça de la Universitat, en Barcelona. A las 11 h, Paula Gil, presidenta de MSF España, ha activado el reloj, cuya arena al caer ha dejado al descubierto el mensaje: “Sudán no puede esperar”.
“La población ha vivido dos años de violencia atroz, desplazamientos forzados, escasez de alimentos y crisis sanitarias superpuestas, mientras el acceso a la atención médica se ha visto gravemente deteriorado. Pese a la magnitud de esta catástrofe humanitaria, la respuesta internacional sigue siendo inaceptablemente escasa y no cubre ni una fracción de las necesidades”, denuncia Paula Gil. “Al comenzar el tercer año de guerra, queremos visibilizar la situación en Sudán, denunciar la pasividad de la comunidad internacional y exigir una respuesta urgente y masiva”.
Los equipos de MSF, que trabajan en 10 de los 18 estados de Sudán en zonas controladas por ambos bandos, atienden a un elevado número de pacientes, muchos de ellos mujeres y niños, con heridas de trauma provocadas por ataques violentos. Sudán es actualmente el único país del mundo con varias regiones donde se ha declarado oficialmente la hambruna, y enfrenta una de las crisis más graves en salud materno-infantil. A esta emergencia se suman brotes de enfermedades como el sarampión, el cólera y la difteria, que se propagan rápidamente debido a las malas condiciones de vida y a la paralización de las campañas de vacunación. Asimismo, el apoyo en la salud mental y la atención a las supervivientes de la violencia sexual siguen siendo dolorosamente limitados.
Dentro del país, unos 9 millones de personas han sido desplazadas y muchas de ellas sobreviven en campos superpoblados o refugios improvisados, sin acceso a alimentos, agua potable, servicios médicos ni perspectivas de futuro. En este contexto, dependen por completo de la ayuda humanitaria, que sigue siendo muy escasa o incluso inexistente en amplias zonas del país.
La gravedad de la situación refleja tanto la extrema violencia del conflicto como la falta de una respuesta humanitaria efectiva y las consecuencias devastadoras del colapso del sistema público de salud. Según la OMS, más del 70% de los centros de salud de las zonas afectadas por el conflicto apenas son operativos y están cerrados, dejando a millones de personas sin acceso a atención crítica.
MSF reitera su llamamiento a las partes beligerantes y a sus aliados, para que garanticen la protección de la población civil y permitan el acceso inmediato y sin restricciones a la ayuda humanitaria, especialmente ahora que se acerca la estación de lluvias, que puede empeorar todavía más la catastrófica situación de la población.
“La población de Sudán ya ha esperado demasiado. No podemos permanecer impasibles ante el sufrimiento de millones de personas”, concluye Paula Gil. “Cada día que pasa, más vidas están en juego. Sudán necesita una respuesta global, urgente y decidida ya”.